21 de septiembre de 2025
Adolfo Luque pelotero cubano

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Del pasatiempo nacional en Cuba, que es el béisbol -o la pelota- son numerosas las figuras que han trascendido el marco deportivo para insertarse en el panorama nacional, logrando renombre en ese contexto. Pero de entre los peloteros, tal vez ninguno haya arraigado tanto en la memoria de los aficionados como Adolfo Luque o Havana Perfecto, cual solían llamarle en Estados Unidos.

Momentos culminantes en la vida deportiva de Luque hubo varios. Uno, el más conocido, llegó en la campaña de 1922, en la Ligas Mayores del béisbol norteamericano, cuando conquistó el campeonato de ganados y perdidos y el de promedio de carreras limpias entre los lanzadores. En esa temporada Adolfo Luque obtuvo 27 victorias con sólo 6 derrotas, para un promedio de carreras limpias de 1.93 en 322 entradas lanzadas. Luque tenía entonces una edad en que muchos deportistas vieron ya pasar su mejor momento: 33 años.

Jugó en las Ligas Mayores por 18 temporadas consecutivas, buena parte con el club Cincinatti de la Liga Nacional. Ganó en total 194 juegos y perdió 179 entre los años 1918 y 1935.

Otra hazaña digna de recordarse la eslabonó en la Serie Mundial de 1933, jugando para el equipo de los Gigantes de Nueva York. En el encuentro que decidía el campeonato, con el juego favorable a los Gigantes por sólo una carrera, Adolfo Luque fue llamado a relevar en la quinta entrada. El veterano (¡43 años!) lo hizo de manera tal que preservó la ventaja y lanzó el resto del desafío.

Por cierto, en la última entrada, los Senadores de Washington amenazaban con empatar ya con dos outs. Adolfo Luque, temeroso de ser retirado del montículo, recibió un voto de confianza del director de su equipo y con tres lanzamientos dio el título mundial a los Gigantes.

Pero a las historias que puedan contarse de su desenvolvimiento en el béisbol norteamericano deben sumarse las que protagonizó en Cuba, donde fue un ídolo. Debutó muy joven como jugador de cuadro. En función de lanzador con el club Almendares realizó sus mejores campañas en el béisbol cubano y no se retiró de jugador activo hasta la temporada de 1938-1939, cuando contaba cerca de cincuenta años.

Pitcher estelar

Como director de los Azules del Almendares ganó siete campeonatos nacionales de béisbol profesional y otro con el Cienfuegos. Aun en 1946 – a los 56 años – cuando dirigía el Cienfuegos, se encaramó en el montículo ante una situación muy comprometida de su equipo y puso término a una entrada que amenazaba hacerse interminable. Mientras se retiraba hacia la cueva cienfueguera y el público lo aplaudía con delirio se le escuchó murmurar: ¡Así es como se pitchea, coño!

Tales cosas hicieron de él un personaje muy querido por la afición, pues como ha escrito el periodista Elio Menéndez, “Adolfo Luque representó para el béisbol cubano lo que Babe Ruth para el norteamericano, y alcanzó entre nuestros mayores esa espontánea popularidad, ese fenómeno de atracción que caracterizó en el boxeo a Kid Chocolate.«

Medularmente cubano -en el vestir, en el decir, en el obrar, Adolfo Luque tejió una cadena interminable de éxitos deportivos y anécdotas personales que merecen por sí solas un libro.

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