Yo no como rosca partía

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Yo no como rosca partía, cuento de mi abuela. En los tiempos de mi abuela, por las décadas del 20 al 30 en Cuba, sucedieron muchas situaciones, unas complicadas, otras tristes y otras divertidas, pero que merecen ser contadas alguna vez.
Mi abuela paterna era pobre. Vivía en un pequeño pueblo de la antigua provincia de Las Villas, llamado Fomento. Era un pueblo donde todos se conocían y eran como una gran familia. Cuando alguien enfermaba, todos corrían a ayudar, cuando había un nacimiento, todos corrían a festejar, Los problemas de uno, eran los problemas de todos. Mi abuela quedó viuda joven con cinco hijos, la mayor tenía 9 años y el menor, mi padre, seis meses. Tuvo que hacer de tripas corazón y lavaba y planchaba para la calle. De noche cosía en una vieja máquina Singer, ropa para soldados Así crió a sus hijos y los convirtió en hombres y mujeres de bien
Vicente su papá, un señor mayor que era viudo, venía todos los días del trabajo con una bolsa de roscas para repartir entre los cinco niños de mi abuela. Como no le alcanzaba el dinero, le fue entregando una rosca picada a la mitad a cada niño. Cuando llegó a Ester, la misma, con el ceño fruncido le dijo:
«Yo no como rosca partía». El señor sin inmutarse recogió la rosca y la guardó sin decir nada.
Al día siguiente cuando Vicente llegó con las roscas, Ester corrió a alcanzarlo y le dijo emocionada:
«Abuelo, ya yo como rosca partía»